Reunión 1: No hay UX sin personas- Keren Ramírez Acosta

+Mujeres en UX Costa Rica
13 min readAug 31, 2020

--

Por: Karla Umaña Hernández

En un café de los deseos, hace no más de un año, nos estábamos reuniendo todas por primera vez. Con emoción e incertidumbre sobre qué nos encontraríamos ese día, poco a poco fueron llegando todas las invitadas a este cuartito lleno de flores; tan cálido y perfecto para el día lluvioso que nos acompañaba.

Llegue casi que de última, y lo primero que me sorprendió fue la cantidad de mujeres, no cabíamos algunas sentadas en sillas, otras en el piso; calurosas pero emocionadas cuando Keren empezó la conversación, entre risas se presentó y nos contó sobre sus inicios como diseñadora lo que la motivaba era ayudar a mejorar la vida de las personas a través de diseño. Pero cuando salió a trabajar, se dio cuenta que la industria trata a quiénes hacemos diseño como productores, y se olvidan de quiénes están frente a ese diseño que se genera. Y ella misma pensaba en generar y generar diseño, y poco a poco olvidaba también que ella misma era una persona.

Keren Ramírez Acosta, Diseñadora UX/Servicios

Así inició, llevándonos por un camino en el que su vida laboral le dio oportunidad de seguir para aprender de grandes profesionales en diseño durante el último año.

Y es que de las primeras cosas que una nota al conversar con Keren es su pasión por el diseño, pero no cualquier diseño, sino el diseño inclusivo y accesible. Un diseño que resuelve, un diseño que primero entiende y después atiende.

Pero bueno, ahí sentadas y apechugadas, empezamos el tema del día: No hay UX sin personas. En ese momento poco sabíamos que estábamos por embarcarnos en un journey no solo sobre la empatía hacia nuestras propias personas usuarias sino también hacia nosotras mismas y hacia cada colega que tengamos al lado.

Este tema no podría haber estado más en línea con el evento; nos piden que nos pongamos en los pies de las personas usuarias pero nosotras mismas no entendemos bien nuestras propias necesidades. Requerimos comprender y fortalecer tanto nuestra propia individualidad como a nuestra colectividad, y es por esto que espacios como Más mujeres UX resultan tan importantes para la maduración de la industria del diseño UX en el país. Nos permiten conectar, aprender y evolucionar como comunidad.

Se suele hacer énfasis en que el diseño empieza con la empatía pero pocas veces hablamos de la empatía hacia nosotras mismas. Es que ante todo un profesional en diseño es un ser humano. Como humanos que somos tenemos emociones y contextos que nos definen, afectan lo que decimos y las cosas que diseñamos.

Tomando de las palabras de Gillian MacDonald en su charla Researching the end: What doing user research in funeralcare has taught me, los diseñadores muchas veces nos hayamos solucionado temas en contextos muy variables y en ocasiones delicados, donde resulta imperativo que logremos estar presentes y conscientes para poder enfrentar y manejar de la mejor forma posible los retos que estos contextos impliquen.

Pero, ¿Qué significa ser un profesional en diseño consciente? ¿Qué significa estar presente? Eso variaría mucho con la persona y contexto pero sí podemos apoyarnos de ciertas herramientas que nos ayuden a ir encontrando el camino a ser profesionales más presentes y conscientes. Gillian en su charla comparte unos tips interesantes sobre cómo ella se prepara para su trabajo:

  1. Prepararse mentalmente antes de ir al espacio, visualizar con detalle a los que puede que vaya a enfrentar ese día y pensar en formas en las que me voy a sentir.
  2. Establecer mis límites, está bien si tenemos límites o limitaciones, y está bien ser vocal al respecto. Es importante tenerlas claras y comunicarlas.
  3. Terapia personal, está bien tener un mal día, un off Day. Hacerlo saber a sus compañeros de trabajo o colaboradores ayuda a que las demás personas puedan tratarnos de la manera adecuada.
  4. Tener un lugar seguro en los espacios de trabajo para conversar sobre estos temas, si no existe puede proponerlo y ver, muchas veces una se puede sorprender.

Para mantenernos curiosos(as) a las necesidades de las otras personas necesitamos estar muy atentas a nuestras propias emociones y mantenerlas en check. Nos esforzamos mucho estableciendo espacios seguros para investigación y trabajo con clientes o personas usuarias pero, ¿qué tanto de esto traemos de vuelta a nuestros espacios de trabajo?

Quienes diseñamos tenemos como objetivo entender las verdaderas necesidades de las personas y cómo esas necesidades encajan en sus vidas. Más el proceso para descubrir esas necesidades pueden transformarse en conversaciones profundas y hasta tocar temas sensibles. Algunos de esos temas nos pueden resonar y hasta traer recuerdos dolorosos o de enojo. Cuando esto nos pasa, nos volvemos no disponibles para quiénes están a nuestro alrededor: colegas, participantes, o si mismos(as).

En la charla Put on your own mask before helping others de Anne Dhir from Snook usan una analogía para esto, habla del uso de las máscaras de oxígeno en los aviones. En las indicaciones siempre se pide que en caso de emergencia cada persona con otra bajo su responsabilidad, se ponga la máscara primero y que luego procedan a ponérsela a la persona bajo su tutela o a su lado. Esto va en contra de todo instinto de cualquier madre o padre pero la razón por la que dicen esto es que si un menor de edad queda inconsciente usted al ya estar asegurado con su máscara, puede actuar y ayudarle. Contrario estaría inconsciente y el menor no sabría cómo actuar. Lo mismo pasa con nuestro trabajo. Es ilógico pensar que podemos llegar a resolver grandes necesidades y problemas a las personas o clientes si nosotras mismas no estamos logrando tener bienestar propio.

A menos de que estemos dispuestas a trabajar el cuido personal no vamos a ser capaces de ayudar de manera adecuada a las personas que supone debemos estar ayudando.

Vivianne Castillo es su charla The siren call of self-neglect cierra con esta idea de que solemos usar máscaras que vamos variando de acuerdo a la situación, de acuerdo a lo que es “apropiado” en ese momento; cuando estamos en el trabajo ya sea una validación con personas usuarias o sesiones de briefing con los stakeholders siempre estamos ocultando cierta parte de nuestras emociones o realidades, sucede.

Entonces, ¿Qué tipo de máscaras estamos usando? ¿Estamos teniendo el cuidado y conciencia de las cosas que estamos trayendo a los espacios de trabajo?

Por el bienestar de nuestros colegas, personas usuarias y por nosotras mismas es momento de empezar a cambiar algunas de estas máscaras que estamos acostumbradas a usar en los espacios de trabajo y empezar a poner el enfoque en nosotros también como seres humanos que somos. Vivianne Castillo, en una de las referencias que Keren menciona, habla de tres términos importantes para entender esto:

Fatiga por compasión: La erosión emocional y física profunda cuando las personas que deben ayudar, no tienen posibilidad de recargar y regenerarse a sí mismos.

Trauma indirecto: Describe la transformación de nuestra visión del mundo por la acumulación de exposición de historias o imágenes traumáticas.

Imperativo ético: es un principio o práctica que es requerido para evitar hacer daño a otras personas.

Es parte de nuestra responsabilidad profesional tomar conciencia de nuestra salud mental.

Al entender que el diseño centrado en las personas es una disciplina que implica cierta carga emocional y que en última finalidad es una disciplina al servicio de los seres humanos es cuando podremos ver de forma más lógica la necesidad del autocuidado. Al igual que el Código de ética de terapeutas señala que cada terapeuta debe participar en actividades de autocuidado y promover su propio bienestar emocional, físico, mental y espiritual para poder cumplir con sus responsabilidades profesionales, así deberíamos vernos los diseñadores UX.

¿Qué pasa si nuestro camino para convertirnos en profesionales en UX empieza no con la urgencia de ayudar a otras personas sino en salvarnos a nosotras mismas? La realidad es que a pesar de todas las conversaciones acerca de la empatía en los últimos años, los sistemas que hemos construido no parecen estar operando en los intereses de las personas que los usan. Las relaciones que hemos ayudado a construir entre las personas y estos grandes ecosistemas económicos no han salido muy bien. Y están volviéndose peor.

A menos que los diseñadores consideremos las implicaciones de lo que estamos haciendo, vamos a terminar en una situación donde, a través de nuestras habilidades, contribuyamos a un futuro que no va a estar del lado de los humanos.

La charla Designing for the Triple Storyline por Erika Hall nos cuenta de 3 mitos del UX:

  1. Una buena experiencia de usuario, es buena para el usuario: Las personas solo pueden seleccionar lo que les ofrecemos y eso es una gran responsabilidad. Las opciones que ofrecemos: ¿realmente están en los mejores intereses de esa persona?
  2. Una buena experiencia de usuario es buena para el negocio: No se puede diseñar algo hermoso y que cumple necesidades y luego esperar que el negocio se cuide solo. Si hacemos un producto que es amado sin un modelo sostenible de negocio, no estamos del lado de las personas y el planeta.
  3. Una buena experiencia es buena: Una buena experiencia es tan buena como las acciones lo permitan. Si hacemos una herramienta para herir o perjudicar a alguien, no podemos decir que es buen diseño. No es éticamente bueno. Somos responsables de preguntar ¿buena para quién?

En última instancia si logramos ser profesionales más conscientes y conectados(as) con nuestras propias emociones no solo podremos colaborar de mejor con colegas si no también podemos ser personas más críticas y conscientes de las soluciones que estamos trayendo al mundo. Ejemplos sobran de cómo la tecnología ha funcionado de forma inesperada y negativa hacia sus propios usuarios. Casos como el de Facebook y sus problemas con la privacidad de datos, manipulación de comportamientos masivos como incitar tiroteos o comportamientos extremistas, hasta YouTube y su incremento interminable de contenido pornografíco y tremendamente perturbador para niños(as).

Es sobre esta misma línea que se ve crítico observar al diseño bajo una óptica ética. Los 10 puntos del código de ética para diseñadores por Mike Monteiro nos puede apoyar esta introspección sobre nuestras propias prácticas y diseños:

  1. Antes que diseñadores, somos seres humanos: Al elegir ser diseñadores, estamos eligiendo tener impacto en las personas que tienen contacto con nuestro trabajo. Así que podemos ayudarles o dañarlos. Es decir, ayudarnos o dañarnos. Cuando hacemos trabajo que depende de la desigualdad social o de clases para ser exitosos, estamos fallando como humanos y también fallamos como diseñadores.
  2. Somos responsables de lo que ponemos en el mundo: Las personas no ven las interfaces para apreciarlas. Las ven para usarlas y lograr completar tareas diarias. Y las cosas que hagamos, pueden tener consecuencias.
  3. Debemos valorar el impacto por encima de la forma: Tenemos que temer las consecuencias de nuestro trabajo más que el amor a la inteligencia, creatividad o astucia de nuestras ideas. No podemos decir que un objeto que es diseñado para hacer daño a otras personas, está bien diseñado; no importa que tan agradable, estético y fácil de usar sea.
  4. Debemos a nuestros empleadores no solo nuestro trabajo, también nuestro consejo: Nuestro trabajo como diseñadores no solo es producir lo que nos piden, también evaluar el impacto de ese trabajo. Si vemos que puede ser negativo para las personas, es nuestro deber decirlo y de ser posible evitar que ese trabajo vea la luz. Decir que no es una habilidad de diseño. Preguntar por qué también lo es. Volver los ojos y quedarse en silencio, no lo es.

Las nuevas generaciones de diseñadores(as) han pasado sus carreras aprendiendo cómo trabajar más y más rápido. Y la rapidez excesiva tienda a nublar nuestro propósito.

  1. Debemos dar la bienvenida a la crítica: La crítica es un regalo. No podemos arreglar un queque después de horneado. Debemos incentivar la crítica para poder crear mejor trabajo. Es nuestra responsabilidad buscar la crítica de clientes, las personas usuarias u otros diseñadores.
  2. Debemos esforzarnos por conocer nuestra audiencia: El diseño es una solución intencional a un problema con un grupo de restricciones. Para saber si realmente estamos resolviendo estos problemas, necesitamos conocer a las personas que están sufriendo estos problemas. El equipo de diseño DEBE incluir a estas personas. Un equipo con un solo punto de vista no va a poder resolver problemas de manera integral ni ver sus restricciones.
  3. No creamos en casos extremos (edge cases): Cuando decidimos para quién estamos diseñando, estamos decidiendo implícitamente para quienes no estamos diseñados. Estamos decidiendo que para algunas personas no vale la pena resolver su problema.

Vivianne Castillo nos señala que en el campo de UX, es dónde nos deberíamos sentir con más comodidad hablando de privilegio, racismo, homofobia, supremacía blanca, xenofobia, machismo y más. Ser centrado en las personas demanda momentos de incomodidad. No hacerlo refuerza un punto de vista superficial sobre la experiencia humana y alienta la apatía. Es vital entender que estos casos no son casos extremos. Son seres humanos y también les debemos nuestro mejor trabajo. En muchos países se vive esto a nivel sistémico, como en Costa Rica y nuestro enfoque valle centrista.

  1. Somos parte de una comunidad profesional: La manera en la que hacemos nuestro trabajo y nos manejamos como profesionales, afecta a todos en la comunidad de diseño. Nunca tiremos a otros diseñadores por debajo del bus.
  2. Debemos dar la bienvenida a un campo diverso y competitivo: La diversidad da espacio a mejores resultados y soluciones. Esto lleva a mejores diseños. Un buen diseñador sabe cuándo quedarse en silencio y escuchar a otras personas.
  3. Busquemos tiempo para la autoreflexión: Cada cierto tiempo, busquemos la autoreflexión. Evaluemos las decisiones que hemos tomado recientemente. ¿Hemos mantenido honestidad con quiénes somos?

Ya no estamos solo moviendo pixeles en una pantalla. Estamos construyendo sistemas complejos que impactan la vida de las personas.

Keren, a partir de lo que ha logrado aprender de grandes profesionales en el diseño como Mike, Erika, Vivianne y más, trae a luz un punto interesante. Hay buenos ejemplos de personas que aunque no actuaran éticamente correcto han tenido éxito, incluso, su éxito se debe a su propia falta de ética.

Entre miradas cómplices todas sabíamos que ejemplos nos sobraban, el problema es que ese éxito no es un camino. Es un callejón sin salida. Pero ir de callejón a callejón esperando no encontrar un punto muerto, es una manera terrible de llevar nuestro camino. Todos hemos estado en posiciones en las que nos hemos comportado con poca ética. Somos seres humanos.

En Ruined by Design el autor lo ejemplifica: todos podemos estar de acuerdo que robar está mal. Pero ninguno dudará en robar un pedazo de pan si de eso depende alimentar a nuestra familia. El problema es cuando el robo pasa de método de emergencia al principal medio para generar ingresos.

En algún momento nos tocará trabajar para alguien poco ético o morir de hambre. Y Mike señala: por favor: no muera de hambre. A lo que Keren rescata: solo seamos sinceras con nosotras mismas de qué estamos haciendo, por qué lo estamos haciendo y por cuánto tiempo queremos/esperamos hacerlo.

Estas decisiones van a definir nuestra carrera: la idea de que trabajamos sin ética, te construye una reputación.Y no la que queremos.

Somos afortunadas de vivir en una época en la que el diseño es tomado más en serio. Y tenemos cierto poder como diseñadoras(es). Pero con ese poder, viene una responsabilidad. Somos responsables del efecto que tiene nuestro trabajo en el mundo.

Nos contratan para resolver problemas que afectan e impactan a las personas, nuestro trabajo es hablar por los que no están en las reuniones y bajo ninguna circunstancia debemos ponerlos en riesgo. Ver al diseño como una herramienta para el autocuidado y autoinvención nos da mayor soporte para manejar estos retos, es vital entonces, entender el poder que tenemos de acción y de generar cambios, desde el diseño y desde la propia individualidad.

Espacios como los que Más Mujeres en UX genera son de gran apoyo para que la comunidad pueda seguir floreciendo, madurando y alcanzando su máximo potencial e impacto. Espacios que nos permitan compartir lo que otras ya tuvieron el privilegio de aprender, conversando con Keren, a un año del evento; ambas reflexionamos en lo lindo de este poder compartir, en lo afortunada que era ella de haber podido viajar, conocer a todas estas voces y poder usar su voz para compartirlo. Y lo afortunada que me sentía de poder absorber y acceder toda esta información de una manera tan concreta, directa y gratuita.

Y es que acá está la belleza del autocuidado y el retarnos nuestras propias ideas de lo que implica ser un profesional del diseño; inevitablemente nos lleva a colaborar y no competir, a extender nuestro conocimiento a otras personas. Nos lleva a entender que todas al final estamos acá juntas porque queremos crecer, florecer y alcanzar nuestro máximo potencial desde un lugar positivo hacia nosotras mismas y el mundo.

“Amo el trabajo que hacemos los profesionales en diseño, porque si lo hacemos bien podemos ayudar a tantas personas” — Mike Monteiro

¿Qué podemos hacer?

Una guía por Monteiro

  1. La humildad es valiosa.
  2. Pidamos nuestro espacio en las reuniones.
  3. Construyamos argumentos.
  4. Identifiquemos aliados.
  5. No lo sé.
  6. Datos y sentimientos.
  7. Pelear por diseñar lo correcto.

¿A quiénes seguir?

Erika Hall @mulegirl

Gillian McDonald @gilliancmacd

Anne Dhir @brightkaos

Sarah Drummond @rufflemuffin

Vivianne Castillo @vcastillo630

Snook @wearesnook

Mike Monteiro @monteiro

--

--